Vicuña Calata nació como nacen muchas cosas: de sorpresa, pero también con mucha historia personal.
Era el invierno del 2010 y me había quedado sin empleo. Estaba desesperada pues las empresas ya tienen normalmente a sus diseñadores freelancers para esa época del año y a cada editorial que ofrecía mis servicios, me respondían que estaban completos.Ya que en esas épocas estaba soltera y sin mayores responsabilidades familiares, opté por hacer algo poco común. Comencé a tejer a crochet. (Debo acotar que los palitos y yo no nos llevamos mucho) pero como mi abuela materna de 106 años, el crochet siempre me acompaña.
Mis primeros gorritos los vendí a unos amigos y familiares y vinieron los pedidos: Uno de Jared Leto (un gato rosado tipo chullo) otro con un pacman, otro con un cerdito, con una vaquita… y así poco a poco fui juntando para patentar Vicuña Calata.
Le debo esto a muchas personas, pero sobre todo a mi abuela Ernestina que me enseñó a tejer, a mi padre por acompañarme siempre a escoger los mejores estambres y a mi querida segunda mamá, mi tia Teresa, que llevaba gorritos y me apoyaba desde Portland (Oregon).
He retomado hace poco el tejido, luego de unos 4 años, donde entré a trabajar a una compañía muy exigente, me casé y tuve a mi hija. Ser mamá, criar y estar en casa me dan nuevamente la fuerza y la inspiración para crear nuevos gorritos y accesorios.
Las cosas se hacen de a poquitos, pensando y planificando. Aunque no niego que me siento emocionada como hace 7 años que comencé.
Los quiero a todos
Vicuña Calata
